En el paso de la producción vitivinícola convencional hacia la orgánica, los productores se enfrentan a una plaga que no está entre las más mencionadas: las hormigas cortadoras. Es que las especies que cortan hojas pueden terminar con varias plantas de vid en unas pocas horas y, como en este tipo de cultivo no se pueden usar insecticidas sintéticos, su control se torna desafiante. Sin embargo, existen diversas estrategias que se pueden aplicar para minimizar el daño.
ESPECIES CORTADORAS
En los viñedos mendocinos se encuentran comúnmente dos especies de hormigas cortadoras: Acromyrmex lobicornis y Amoimyrmex striatus, que son generalistas, ya que consumen una gran variedad de plantas. La primera habita en ambientes con grandes variaciones térmicas -como montes, desiertos y estepas- y prefiere temperaturas moderadas. Sus nidos suelen presentar basureros externos grandes y tener un túmulo, domo o terraplén, que minimiza la variabilidad climática ambiental. Las colonias, en general, se encuentran debajo de algún árbol o arbusto, y sus caminos de forrajeo, a la sombra.
ESTRATEGIAS DE CONTROL
Carla Dagatti explica que el manejo integrado de las hormigas cortadoras en el cultivo contempla la prevención, el monitoreo permanente y el control mediante estrategias de bajo riesgo para el ambiente. Para prevenir que las hormigas se establezcan, es conveniente que el suelo tenga cobertura vegetal como fuente alternativa de forrajeo durante su período reproductivo; es decir, primavera y principios del verano.
Esto, porque, por un lado, un suelo desprovisto de vegetación promueve la generación de hormigueros por parte de las nuevas reinas. Pero por otro, la cobertura vegetal ayuda a la proliferación de controladores biológicos, como hongos e insectos, que en mayor o menor escala pueden tener un efecto en las poblaciones de hormigas.
Fuente: https://www.losandes.com.ar/