En el corto plazo, la cadena láctea está sometida a las distorsiones generales que le imponen la macroeconomía, como a toda actividad económica que quiera habitar el suelo argentino.
En este caso, existe un agravante que es la falta de coordinación comercial entre industria y producción, generando mayor incertidumbre a la hora de planificar los números finales de cada explotación.
En el mediano plazo, el sector lechero argentino va a enfrentar una primavera con su natural suba de producción. A partir de este momento, deberán evaluar si es posible canalizar un aumento de disponibilidad en un mercado interno con pesos devaluados o si se incentiva la exportación por la acuciante necesidad de dólares.
La decisión debe ser abordada para no caer en la sobresaturación del mercado interno, que no generará menores precios al consumidor, pero si a la materia prima generada por cada productor.
Para el largo plazo, si la cadena sigue en medio de incertidumbres y sin un objetivo de negocio claro, es posible, que se deba importar la producción desde Brasil u otro país.
Desde Sociedad Rural de Rosario acompañan a los productores lecheros e instan por reglas de juego claras y un plan estratégico para el crecimiento de la producción lechera argentina.